Wander Franco, el joven fenómeno del béisbol dominicano y estrella de los Tampa Bay Rays, vio cómo su ascenso meteórico a la élite del deporte se vio interrumpido por una investigación que lo involucra en presuntas relaciones con una menor de edad. El caso, que ha captado la atención internacional, no solo ha generado debate sobre la conducta de figuras públicas, sino que también ha expuesto una realidad jurídica inquietante: la ley dominicana sobre relaciones con menores es, en muchos aspectos, ambigua, desactualizada y poco matizada.
⚖️ El marco legal actual
En la República Dominicana, la edad de consentimiento es 18 años. Cualquier relación sexual con una persona menor de esa edad puede ser considerada legalmente como abuso sexual, independientemente del consentimiento. A diferencia de otros países, no existe una cláusula que contemple diferencias de edad mínimas para establecer una excepción, como ocurre con las llamadas leyes «Romeo y Julieta».
Estas leyes, adoptadas en varios estados de EE. UU., están diseñadas para proteger a jóvenes que tienen relaciones consentidas entre ellos, evitando que sean etiquetados como delincuentes sexuales si la diferencia de edad es mínima (por ejemplo, un joven de 19 con una pareja de 16 años). Este enfoque busca equilibrar la protección de menores con la realidad de las relaciones adolescentes.
⚠️ ¿Qué sucede en República Dominicana?
En el caso de Franco, se ha especulado que la menor involucrada tenía entre 14 y 17 años. Aunque aún no se ha emitido una sentencia ni una declaración oficial final, la falta de mecanismos legales que diferencien entre una relación abusiva y una relación consentida entre jóvenes ha complicado el tratamiento del caso. Esto no busca justificar la conducta, sino mostrar cómo la ley dominicana tiende a encasillar todos los casos bajo un mismo paraguas penal, sin espacio para matices.
Adicionalmente, la presión mediática y la injerencia pública hacen aún más difícil un juicio justo o equilibrado, tanto para la presunta víctima como para el acusado. La ausencia de regulaciones modernas sobre consentimiento y relaciones entre jóvenes deja un vacío que puede ser explotado desde ambos extremos: para proteger injustamente a culpables o para castigar desproporcionadamente a jóvenes que actuaron sin intención criminal.
🧩 Un problema más amplio
Este no es solo el caso de Wander Franco. En barrios y pueblos del país, las relaciones entre adolescentes y jóvenes adultos son comunes, y muchas veces socialmente aceptadas, aunque legalmente prohibidas. Este desfase entre la realidad social y la normativa penal ha creado una grieta que necesita atención urgente por parte de los legisladores.
✅ ¿Es hora de una reforma?
Sí. No se trata de «bajar» la edad de consentimiento, sino de modernizar el marco legal para que contemple contexto, consentimiento mutuo y diferencias razonables de edad. Una cláusula tipo “Romeo y Julieta” no eliminaría la protección a menores contra abusos reales, pero sí evitaría que jóvenes sin antecedentes criminales queden marcados de por vida por una relación consensuada.
🔚Y así termino
El caso de Wander Franco debe verse no sólo desde el prisma del escándalo mediático, sino también como una llamada de atención para la República Dominicana. La legislación actual no está alineada con la realidad social ni con los estándares internacionales de justicia juvenil.
Modernizar las leyes no es justificar el abuso; es distinguir entre el crimen y la inmadurez, entre el daño real y el error socialmente condicionado, y así proteger de verdad a los más vulnerables —incluyendo tanto a menores como a jóvenes que, como Franco, pueden haber caído en una zona gris legal, pero no necesariamente en la intención criminal.