WILLIAMSPORT, Pennsylvania — Mientras los Mets recorrían el complejo de Pequeñas Ligas el domingo temprano, antes del Clásico de Pequeñas Ligas, Mark Vientos dudó. ¿Se lanzaría por la famosa colina del Lamade Field?
Vientos siempre había querido hacerlo de niño, pero nunca había tenido la oportunidad. Aun así, no estaba seguro.
Hizo falta algo de insistencia de parte de la multitud de pequeñines a su alrededor (y de algunos miembros del staff de los Mets), pero al final lo hizo.
Diez horas más tarde no hubo ni una pizca de duda en el swing de Vientos, cuando el jugador de ascendencia dominicana-nicaragüense se paró en la caja de bateo frente a los Marineros y disparó un jonrón de tres carreras por el jardín derecho, encendiendo la ofensiva de los Mets camino a una victoria de 7-3 en el Clásico.
“Hoy enfrenté mis miedos”, bromeó Vientos después del juego. “Siempre fue un sueño de infancia, deslizarme por esa colina”.
“¿Te caíste?”, preguntó el puertorriqueño Francisco Lindor, sentado junto a él.
“No, no me caí… soy un atleta, hermano”, respondió Vientos. “Pero estaba nervioso, y luego algunos compañeros me empujaron a hacerlo. Pero fue divertido”.
Y vaya que es un atleta, como lo mostró con ese batazo de 103.5 millas por hora ante el derecho George Kirby, que volvió locos de emoción a los Pequeños Ligas presentes mientras la bola pasaba por encima de la barda del derecho, impulsada además por el entusiasmo de Sean Manaea en la cabina de ESPN. Vientos terminó la noche de 3-2 con cuatro impulsadas, guiando a los Mets a su primera racha de victorias desde que ganaron siete seguidos entre el 20 y el 27 de julio. También fue su primera serie ganada desde entonces, cuando barrieron a los Gigantes en tres juegos.
Y gran parte del juego giró en torno a Vientos.
Ha sido un año difícil para el antesalista. Tras ser titular casi a diario la temporada pasada y ser una pieza clave en el empuje de los Mets hacia la postemporada, Vientos comenzó la campaña 2025 de manera floja. No bateó por encima de .200 hasta finales de abril y pasó gran parte de junio en la lista de lesionados por una distensión en el isquiotibial derecho.
Desde su regreso a las Mayores, Vientos ha jugado menos que antes –a veces con varios partidos entre titularidades– y tuvo un inicio lento en agosto.
“No ha sido fácil para él”, reconoció el mánager venezolano Carlos Mendoza. “Muchos altibajos. Empezó el año no como él quería ni como nosotros anticipábamos. Y las últimas semanas tampoco han sido sencillas, con tiempo de juego inconsistente. Juega un partido, quizá descansa algunos… no es un rol fácil, pero ese es el mensaje para él y para otros jugadores jóvenes: tienen que estar listos”.
Vientos intenta justamente eso, y tanto él como su capataz esperan que el desempeño del domingo sea un punto de partida.
“Para su crédito, estoy orgulloso de él, porque tener un juego así contra un brazo de tanta calidad es impresionante”, dijo Mendoza. “Lo necesitamos. Necesitamos a todos esos muchachos. Fue una gran parte del equipo el año pasado, y lo será también en el futuro. Lo vimos esta noche. Es demasiado buen jugador, y ojalá pueda despegar a partir de ahora”.
Vientos tuvo ayuda, y no sólo de los ensordecedores gritos (y los intentos de hacer la ola) de los niños en las gradas, aunque quizá uno sí le dio un poco de suerte antes del jonrón.
“Fue increíble, fue increíble”, exclamó Vientos. “Justo antes de ese turno, uno de los niños me dijo: ‘Oye, Vientos, si das un jonrón me tienes que regalar tu bate’. Desafortunadamente, lo busqué después y no pude encontrarlo, pero estuvo genial”.
Sus compañeros también lo respaldaron, por supuesto. Clay Holmes permitió sólo una carrera en cinco innings. Lindor y el venezolano Francisco Álvarez conectaron tres hits e impulsaron una cada uno. (Álvarez salió tras la séptima entrada por una molestia en el pulgar derecho al lanzarse de cabeza en un doble. Viajará a Nueva York en el día libre del lunes para someterse a una resonancia magnética).
Pero al final del día, más allá de la caja de anotación y de la “W” en la columna de victorias, el domingo fue sobre los niños. Y Vientos no podía estar más feliz de haberles regalado un espectáculo digno, tanto en el campo como en la colina.
“Estar rodeado de niños y en este ambiente trae recuerdos de cuando jugabas con los muchachos de tu vecindario”, manifestó Vientos. “Sólo estabas jugando, algo muy simple, simple: ver la bola, darle a la bola. Y siento que cuando nos va bien, hablamos de esa manera tan sencilla. Fue divertido. Fue divertido estar aquí”.
Fuente: MLB